Ella,
prende fuego a sus sentimientos,
aspira sus suspiros
se alegra con canciones tristes
y no remedia en maquillar sus llantos.
Su nunca estar en tierra es perspectiva,
de cabeza llevada por el río
haciendo zapatitos de colores,
de igualar las tardes y los días
en la neblina de la playa.
La cabellera rizada le delata,
el amor la sujeta
como un cordel y corre
transportando
la luz del cielo, la pálida
caída de otro mundo
salpicado en los ojos melódicos,
moteados por gotitas
de sudor y de barro.
Cinta tensa de anguila
el pelo sostenido, lanceolado
en el agua rojiza.
Y los dientes
ocultos en el año, el mes, el día.
Ella,
dibuja sonrisas pero no se da cuenta.
¿Tendrás un jarabe contra la tristeza?
¿Un adaptador de última generación
para que este caballo siga y siga,
y a la hora de beber el charco sea emoción del paisaje,
y el olvido un hallazgo en el aire,
una palpitación ajena al infinito pudridero?
Este fin de semana ¿estarás libre?
¿habrá otro reino para heredar en otra vida?
Porque es llevada
como espuma de un río
que una fuerza solvente
distribuye en las ondas sonoras
fuera de tierra,
baila de otro modo
Ella,
mi mujer de historieta
baila.
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