Atento, es el lema laboral
en el inframundo de mis sentimientos.
Fuerte e incesante,
aquel agremiado masoquista,
desposeído de un pago corriente,
sucumbe en su deber adeudando misterios.
Veintitrés horas con cincuenta y nueva minutos
¡Mi Lady!
Para servirle en todo momento.
Estar,
estamos,
le ocupamos todo el día al día;
trabajo todo el tiempo en el amarse nuestro,
no se da tregua esto de dar y tomar.
Vida, por donde se la mire, vea;
vida y presente y fragor y no cesar.
Que no se le ocurra descubrirnos
a la jefa del tiempo,
ni bajar el pulgar ni cantar suficiente.
Y si nos ocultamos,
si escondemos el fueguecito de nosotros
y decimos: ¿“no están, salieron”?
¡Veinticuatros horas cumplidas!
¡Veinticuatros horas cumplidas!
Llegó el minuto de alivio,
en este proletariado infierno.
Huelga exquisita,
revolución de cantina,
y por fin ríe aquel utopista,
mendigo de sueños.
y por fin ríe aquel utopista,
mendigo de sueños.
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