El dogma del corazón nos hizo fuertes
pero nunca supimos si la historia del amor humano
se hundió en el suburbio, o si aún se escribe
ante una luna temblorosa y porfiada.
Mientras regresa nuestra sangre,
tropezamos con sueños y banderas caídas,
en el rostro del enemigo conjuramos la profecía desolada.
Una mezcla de días y de noches brama como viejo dragón.
Todo el pasado está encendido, tras la cerca, afuera,
como esas luces de hospital.
Pasa un rencor que anduvo zigzagueando,
pasa la niña de aguas cálidas, suspira,
pasa mi gato soñador.
¿Crees mirar lejos?
Son tus manos que palpan lo oscuro.
Deambulan por un ancho vacío
y de pronto caen, se cruzan,
nunca para rezar
sino para sentirse menos solas,
o para volverse oscuras y vacías
como ese aire que las nutre.
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