Anoche voló un sueño
que anida en el estante más alto
de mi diezmada biblioteca.
Cayó en silencio sobre el suelo
y allí quedó tirado e inmóvil
con el estupor a flor de pico
de quien aguardaba tal vez un milagro
y de pronto le falta
el sustento invisible del aire.
Yo sólo atiné a levantarle
y de nuevo le puse en su lugar.
¿Por qué falló?
Nadie lo sabe.
Nadie lo sabe.
Según algunos sus alas
no estaban preparadas todavía
y otros creyeron ver en su aventura
un alarde condenado al fracaso.
Desconocía al parecer los secretos del vuelo
o le faltó - es posible - un poco de coraje
para burlarse de sus leyes.
Ahora, inmune a la atracción del llano,
contempla serenamente al mundo
desde su oculto mirador.
Observa,
replica,
ignora como un ángel mutilado
condenado a la burocracia de los sentimientos.
Observa,
replica,
ignora como un ángel mutilado
condenado a la burocracia de los sentimientos.
Y sospecho - sin embargo-
que durante el sueño aún le aquejan
ligeros sobresaltos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario