Tampoco la oscuridad incomprensible
ni el silencio casero son el peligro y el deseo
que amenaza la ilusión de noche. ¿De qué?
De que la noche
sea la inaceptable intimidad de una espera.
Como una respiración que tiene la fuerza
de acallarnos.
Pero no puede aumentar la cantidad de sosiego
tu mirada en mi memoria.
La beatitud de un recuerdo abre un desfiladero,
una luz para los “llamados” que como ovejas que se cuentan
vienen a saltar cada reproche, cada remordimiento,
cada valla pastoril del día.
Pero allí también te espera
y te confunde con brillo y opacidad la noche.
Mucho en ella tenías y el colmo fue
en el sueño este arco iris incompleto
dónde tu ausencia resaltó
un profundo e inesperado
irreverente y dulce
nuevo color celestial.