Un trozo de piedra grita su presencia
sumergida en la extensión de un antiguo laberinto
se precipitan las formas de un duelo silencioso.
Por eso hay miradas que asoman con la nitidez de un designio en una noche de fuego.
Y los cuerpos se columpian insensatos
Como si en el rostro, la soledad dejara las manos
impresas en las leyendas del miedo
Y hay quienes bailarán sobre la soledad de sus besos
sometidas al látigo de sus sonrisas
condenadas a la esclavitud de su sexo.
sometidas al látigo de sus sonrisas
condenadas a la esclavitud de su sexo.