Los amantes recién encontrados sienten bondad en el corazón
y experimentan en carne propia la abnegación y la virtud.
Como los fantasmas recién muertos,
.
abren las alas para refugio de los que no aman
o los que no son amados
y luego les dan alojo; los ponen al resguardo de la turbulencia.
Los protegen del acoso de los esteparios que traen sus sacos
llenos de huracán y mediocre felicidad.
Los actores se abalanzan sobre los guardarropas
atiborrados de vestuarios
trajes de viudo
caretas de huérfano
pelucas de gorgonas
nidos de lobos que gritan y gritan en los regazos de cartón
y se pintan lágrimas y muecas que verán estallar en los espejismos.
¡Vil baja estofa!
Los actores practican la amancia.
Los amantes practican los analgésicos,
se aturden practicando la misma melodía,
se narcotizan memorizando los párrafos del olvido
adornan los lechos , la vicisitud.
Los amantes dan pasos hacia los restos familiares de las cosas,
¡Podredumbre putrefacta carente de todo y de nada!
Y en el conjunto de recortes adheridos
residuos de piel tras el fulgor.
El sueño repite y repite la condición de todos
resuenan las lenguas,
se entreveran los idiomas al compás de copas cantineras.
Los relojes del escenario marcan la misma hora
que la hora de las muñecas de los aplausos.
¡La función ha de empezar!