Los amantes
viajan entre las medusas crecidas del dolor de estar y partir
y parten y llevan y traen,
acopian los sollozos en un recipiente de hablas,
de idiomas y dientes apretados.
Ambicionan decir para los demás amantes
la propiedad de la adicción,
esbozar la promesa de repetir lo nuevo en el gasto de cada día
pero no pueden apearse del cepo de los glosarios.
Los amantes se atribulan y ponen el cuerpo
y exponen en escena los parlamentos del desamor
y los movimientos de extremidades
y los pronósticos.
Los amantes practican la alquimia
hacen Golems de creencias
arriesgan su tótem
y andan y andan
por los viajes infinitos
y tiemblan por las coreografías de pasiones.
El desconsuelo tiene brotes,
se ramifica como una medusa que retuerce su cabellera,
una trenza serpentea entre los mundos.
La cabellera se copia en el espejismo
y se entrevera en el lodoso pensamiento,
se legan las profundas costumbres,
se engastan momentos de guerra,
¿Serán los dotes del destino?
Los amantes son invencibles.
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