sábado, 28 de enero de 2012

Crimen Imperfecto




El silencio me pesaba más que de costumbre.

Algunas palabras abrazaron violentas melodías

rumiando el vacío de la espera,

otras criaron nuevos dialectos de pasiones

avanzando hasta disolverte.

Y aunque la alegría auspiciaba mi vaivén,

el trajín de no querer quererte continuaba con mi asfixia.

Pero el límite sustancial

aún no habría llegado,

atravesé condados

reiteradamente hasta encontrarte.

Desviado por los fríos ríos de otras épocas

conquisté a mi propia madre en tu desierto.

Desde el filo luminoso que inventamos para andar,

miré hacia abajo y arriba,

hacia ninguna parte

y arrinconé el vértigo de mi sonrisa

suscitada en el doblez de una imagen en red.

Fue así que el paradójico miedo a la idiotez

creció odiando y amándote desde el silencio.

Descentrado en la razón de un nuevo ser

tomé el mando en la trayectoria de una bala.

Me aconsejaron matarte amada mía,

y sé que me faltó corazón para darte.

Envejecido en el infierno

deseé la estética de un futuro posible

sin la decadencia de tu arqueológica mirada

en ausencia del amor

sin libretos ni protagonistas

hundido en aquella adrenalina de poder mirarte.


viernes, 20 de enero de 2012

Suplicio




Y qué ironía pensar

que en el juego de los soldados tristes

nunca nos proclamamos la guerra.

Tanta sangre maquilló tus espejos,

lágrimas de papel que volaban como fantasmas

mientras se hundían infinitamente.

Tan lento y profundo,

como las oscuras melodías de tu amante Frédéric,

aquellas mismas que solías bailar descalza

sobre el jardín de los muertos.

Y qué ironía recordar,

que disfrutabas ignorando a la gente y sus condenas.

Tu vestido sucio de aromas y limpio en alegrías

eran la prueba de tu falaz belleza,

que envejecía conmigo en ese Reino

 despiadado y  hermoso precipicio nuestro

llamado amor.

Hoy has caído sobre mí

y te impregnan tantos exilios

que olvidas mi voz

implorando besos.

Has reposado tu abrazo 

sobre mi cama 

y te inundan de pronto

tantos desamparos.

Has aspirado el néctar

del impiadoso invierno.

Allí,

donde duermen 

las miradas

que fundieran su tinta 

entre licores ponzoñosos,

te lamento.

Y qué ironía imaginar,

que aún huyes denunciando tu derrota 

y la mía...

martes, 17 de enero de 2012

Jaque Mate



Estoy suscrito al insomnio,

apuntalo el derrumbe del destino

con un costal de ironías.

Me burlo del "que dirán"

y gambeteo las consecuencias

con la más pedante de las alegrías.

Llevo un registro

   y se parece al diario de un embalsamador.

Es lo que veo

cuando cruzo la ciénaga del habla

y atravieso ciudades que acaban de quemarse.

Siempre es del otro lado cuando mis ojos miran

   y hay que correr un tren cargado de cadáveres,

   besarles la memoria,

   juntarles puñaditos de patria para torcerles el exilio

   y remendar agujeros en la oscuridad.

Siempre es del otro lado donde soy extranjero

   y asumo la violencia de un paisaje que nunca se completa,

   como se hereda una enfermedad.

Es lo que veo

 cuando salgo a buscar ramas para la hoguera

 y sólo traigo fiebre del pantano,

 palabras como pescados muertos,

 una piedra en los ojos

y mi despiadada sonrisa.


sábado, 14 de enero de 2012

Cándido



Creo en lo que se mueve detrás de la aspereza,

en la instancia agotada de una promesa rota.

Creo en la inmediatez

y en mi adicción por lo sueños en rezago.
  
Creo en las despedidas,
  
en los cuerpos vencidos por el peso de la parte que falta.

Creo en la vanidad.
  
Creo en lo efímero,
  
en la trinchera que construye la noche con las piedras del día.

Creo en los pactos del azar,

en la brutalidad de los sentidos,

  en esa dentellada que sufren los cimientos cada nueva estación.

Yo pego inútilmente la espalda a la pared.

Vivo en esa cornisa.

   Tarde o temprano me romperé los dientes sin el menor estilo.

   Sé predecir esa obviedad.
  
Creo en la conveniencia de recapitular,

 en la esforzada dignidad que me asiste.

Creo en la fiel mentira

más que en esa ramera llamada verdad.

Creo por incredulidad

 y me rindo ante la certeza del olvido.

Creo en los favores del instinto

más que en ninguna cosa.

¡Creo!

martes, 10 de enero de 2012

Pusilánime



No siempre estoy dispuesto a volar

ni a remedar mis taras

 ni a besarte la boca

ni a dejar que olvides hacerlo.

No siempre la misma piedra tropieza conmigo

 ni los idólatras

 ni los abstemios y los bohemios

ni mis amigos y sus ombligos

ni tus piernas y mi éxtasis.

La ironía se aburrió de mi,

de ti

de todos...

porque no siempre llora esa vaca cuando se quema su leche

ni el pan y las golosinas

ni la nostalgia y la hemorragia

ni los caídos y los vendidos

ni tu espalda

ni mi semen y tus nalgas.

Sucede que hay veranos que se me hacen golondrina

lacónico y vulnerable

defectuoso y arrogante

lleno de íconos y cucharas

medio ángel se me cae la nuca

al medio cielo de tu falda.

Intento prevenirles que siempre hay pan duro para el hambre

 cornisas y maniquíes

 accidentes callejeros y silencio de hospital

 cocaína y bailarinas

 las manos frías del carnicero y los reclamos del portero

 tu saliva sobre mi pecho

y esta torpeza mía

 de gozar de buena salud en medio de tanto muerto.

viernes, 6 de enero de 2012

Lóbrego



El encaje de la noche rodea mi cuello con espirales

de una fina angustia de agua.

Como extraños que pasan detrás de las puertas,

mi ojo desvelado viaja entre circulos negros,

altos muros opacos, paredes crecidas

en ilimitados corredores sin puertas.

Esos gritos lacerados de la memoria

que estan de pie y cantan en su carrousel de rostros fijos,

es el algebra exacto de las multitudes

que regresan para poblarme.

La hora liquida se cae sin cesar,

de su boca sin arroyo,

camino de piedra y silencios,

el toque confuso de la penumbra teje los alambres de lo soñado,

Brisa de la soledad en fragmentos

que danza despacio en los rincones,

Fugitiva, ignorada, oblicua,

una catedral humeda elevada en las tinieblas,

un cielo rajado en las pupilas que aguardan el llamado,

La promesa del sol, la gran luz,

el milagro de la mañana.

Soy el ojo insomne,

 acaricio el color de los espejismos

y sonrío muerto porque ya no miento.


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