sábado, 28 de enero de 2012

Crimen Imperfecto




El silencio me pesaba más que de costumbre.

Algunas palabras abrazaron violentas melodías

rumiando el vacío de la espera,

otras criaron nuevos dialectos de pasiones

avanzando hasta disolverte.

Y aunque la alegría auspiciaba mi vaivén,

el trajín de no querer quererte continuaba con mi asfixia.

Pero el límite sustancial

aún no habría llegado,

atravesé condados

reiteradamente hasta encontrarte.

Desviado por los fríos ríos de otras épocas

conquisté a mi propia madre en tu desierto.

Desde el filo luminoso que inventamos para andar,

miré hacia abajo y arriba,

hacia ninguna parte

y arrinconé el vértigo de mi sonrisa

suscitada en el doblez de una imagen en red.

Fue así que el paradójico miedo a la idiotez

creció odiando y amándote desde el silencio.

Descentrado en la razón de un nuevo ser

tomé el mando en la trayectoria de una bala.

Me aconsejaron matarte amada mía,

y sé que me faltó corazón para darte.

Envejecido en el infierno

deseé la estética de un futuro posible

sin la decadencia de tu arqueológica mirada

en ausencia del amor

sin libretos ni protagonistas

hundido en aquella adrenalina de poder mirarte.


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