domingo, 9 de mayo de 2010

Perdone la mediocridad



El humo de la razón

sofoca mis convicciones.

¿Cuerpo armado en el amor

de criaturas persuasivas?

me figuro en la quietud

más total cuando no pueda

llenar de verde mis manos,

con urdimbres, con poemas.

Como a hojas de un viejo abril

me atropellan y me barren

amontonado en pequeños

túmulos de oro falso.

Con la entrega traicionado

al fuego adorable

se quemará en mitades,

en trozos todo mi cuerpo:

por el orden ciudadano

por la paz del vecindario

El aire sueña con tejidos

de piel, alumbre y ardor

el humo de mis carnes

hoy sofoca a la razón.


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