En tu trono
tu hamaca se estropea,
tu cabalgadura pide un jinete,
con un lápiz anotas tus pensamientos,
una lanza te ayuda a capturarte,
un puntero señala tu objetivo,
agudo, cálido e imbatible.
Un privilegio ambiguo,
inmenso de emociones,
tu palabra que ya no castiga,
tu lejana sonrisa a punto de irse,
tu afecto desmedido por nuestro diminuto tiempo,
y aquel eterno desafío
ahogado en un desconsolado sosiego,
recordando tus lágrimas azucaradas,
inmerso en tu rostro poderoso sin fronteras.
Ya no hay sentimiento estéril,
la fuerza de mil noches y cuatro días te acompañan,
un millón de sueños encarcelados piden libertad,
No es momento de buscar destinos enumerados,
la marcha te llevará viento en popa
porque una barca ausente
ya no ha de significar nada.
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