jueves, 19 de agosto de 2010

Killer


El silencio me pesaba más que de costumbre.

Algunas palabras abrazaron violentas melodías

rumiando el vacío de la espera,

otras criaron nuevos dialectos de pasiones

avanzando hasta disolverte.

Pero el límite sustancial

aún no habría llegado,

atravesé condados reiteradamente hasta encontrarte.

Desviado por los fríos ríos de otras épocas

conquisté a mi propia madre en tu desierto.

Desde el filo luminoso que inventamos para andar

miré hacia abajo

y arrinconé el vértigo de mi sonrisa

suscitada en el doblez de una imagen en red.

Fue así que el paradójico miedo a la idiotez

creció odiando y amándote desde el silencio.

Descentrado en la razón de una nueva trifulca,

la diarrea mental fue peor que el mando en la trayectoria de una bala.

Me aconsejaron matarte amada mía,

y sé que me faltó corazón para darte.

Envejecido en el infierno

deseé la estética de un futuro posible

sin la decadencia de tu arqueológica mirada

en ausencia del amor.


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