viernes, 27 de agosto de 2010

Había una voz...


Llevo un registro,

se parece al diario de un embalsamador.

Es lo que veo cuando cruzo la ciénaga del habla

y atravieso ciudades que acaban de quemarse.
Siempre es del otro lado cuando mis ojos miran

y hay que correr un tren cargado de cadáveres,

besarles la memoria,

juntarles puñaditos de patria para torcerles el exilio

y remendar agujeros en la oscuridad.
Siempre es del otro lado

donde soy extranjero

y asumo la violencia de un paisaje que nunca se completa,

como se hereda una enfermedad.

Es lo que veo cuando salgo a buscar ramas para la hoguera

y sólo traigo fiebre del pantano.

Palabras como pescados muertos

de labios nauseabundos

y una piedra en los ojos.

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