jueves, 26 de agosto de 2010

Blues



Entro a la madrugada como un soplo de música

por el cuerpo de un saxo.

Hablo con un extraño,

blanda y lejana sobre la piel del tapizado

se manifiesta la tristeza en una sorda intimidad.

Rodar por la avenida tripulando una cápsula de humo.

Nunca hay tormento en lo casual,

sé que me miente,

resbala en los detalles de una vida inventada

para aguantar el vértigo de la velocidades.

Demasiado tarde...

y la noche me inquiere como un hombre

a quien abandoné sin avisar.

Pregunta dónde estuve,

qué puertas violenté,

pregunta si sostengo todavía ese vidrio,

si salgo a rayar autos con carita de ángel.

Le digo que a esta edad no se ve nítido,

que anduve por ahí,

que había una valija con sus cosas

y no recuerdo bien cómo era el cuarto

nada más un color

una ventana abierta sobre la primavera.

Y después ya fue invierno

pero no me detuve.

Le dije que perdí su dirección,

le dije que fue fácil

tampoco le importó saber si le mentía.

¡La noche es virgen!

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