viernes, 30 de julio de 2010

Beautiful



A veces veo sin ver,
un desgarrado sueño que he perdido y recupero.
En el ir y venir desde la nada al todo,
ese fragor al que asomarnos,
regalo de ángeles provocantes,
concesión de dioses paganos.


Me miras desde lo inmenso
y mi espíritu responde descarnado,
despojado de piel y huesos,
solo suspiro, sudor, temblor y latidos.


Una especie de seducción por resistir lo irresistible,
se soporta como una sentencia leve,
como un sino que no podemos ignorar,
un derrotero asfixiante,
fulgurante,
labios adormecidos,
sangre de sabores infinitos.


Persigo tus besos por un mapa de silencios.
Busco esas caricias de siempre,
las del embrujo inocente,
esas del mudo gesto de la ofrenda desgranándose sobre mi rostro
como uvas frescas en bocas ardientes por todo.

Peces de azúcar nadan en un mar de contradicciones y desencuentros,
escurriéndose de mis manos de arena,
convertidas en pequeños desiertos,
alegres y tristes.


Tus besos lejanos me apartan de la quietud de esta tarde de ausencias.
Adivino verdes de sombra en atardeceres mágicos
sin relojes que controlen nuestro diminuto tiempo.
Mi propio ocaso penetra hasta la profundidad de mis huesos,
adormecido ya el fuego,
latiendo aún en cenizas relumbrosas.

Desde aquí,
refugio en el que deletreo el bramido de tus tormentas,
alardeo de estas velas que se apagan.
La calma me abraza dulcemente,
como una trama de hilos brillantes,
muelle donde se apagan himnos y conjuros,
donde los barcos partirán con mil de nuestras historias.
Una eterna aventura a través del tiempo,
sin plegarias ni canciones,
alrededor de inhóspitas tierras lejanas,
donde reina una bizarra lágrima llena de vida,
con mil sonrisas salvadoras,
al rescate de este sueño
que por fin ha de empezar.



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