Cuando aúllan los sentidos,
la bestia muerde a la inocencia.
El perdón se rinde ante el descaro.
¡La música ha terminado!
El gélido dispendio de la muerte
ronda
y besa las alas negras del vampiro.
Murmuran de él como de un muerto.
Empero
cada noche
visita el corazón de la que ama.
Al ocaso
viste su blanca túnica
perfuma su cuello
y se adormece con la ventana abierta.
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