En la bóveda del tiempo inexplicable
juguetean los besos,
con la boca ausente.
¡maldición! de ese deseo
que no guarda, palabras,
debajo de la sangre.
Se mueren los dedos
Queriendo atravesarte,
pero sólo en un instante
te transfiguras en nada
cansada de crucifixiones
muerdes la alegría
y la muerte nos sonríe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario