domingo, 4 de septiembre de 2011

Todos morimos al mismo tiempo...



En la bóveda del tiempo inexplicable

juguetean los besos,

con la boca ausente.

¡maldición! de ese deseo

 que no guarda, palabras,

 debajo de la sangre.

 Se mueren los dedos

 Queriendo atravesarte,

 pero sólo en un instante

 te transfiguras en nada

cansada de crucifixiones

muerdes la alegría

y la muerte nos sonríe.


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