martes, 10 de mayo de 2011

al Vino





¡No!

el trago solemne del salón

digo el vino que está en la fe perdida,

en la noche que aún se estira y en los locos,

vino del silencio y los infiernos de adentro,

ese mismo que anima

tormento feroz del hombre gris que se desata.

Hablo del vino de los bares

que despuebla catedrales,

de las putas y borrachos sin más,

ese que beben los fantasmas sin descanso

como si fuera el mar de los náufragos del alma.

ese que derraman en los cuerpos ardientes

cultivando los más hermosos incendios.

Vino de la vida o de la muerte, qué más da.

Digo beberlo

como el profeta descreído

que quema la biblia para iluminar su horca.

como aquel infame que claudicó en sus sueños

para enterrarse en la naturaleza de tus ojos.

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