¡No!
el trago solemne del salón
digo el vino que está en la fe perdida,
en la noche que aún se estira y en los locos,
vino del silencio y los infiernos de adentro,
ese mismo que anima
tormento feroz del hombre gris que se desata.
Hablo del vino de los bares
que despuebla catedrales,
de las putas y borrachos sin más,
ese que beben los fantasmas sin descanso
como si fuera el mar de los náufragos del alma.
ese que derraman en los cuerpos ardientes
cultivando los más hermosos incendios.
ese que derraman en los cuerpos ardientes
cultivando los más hermosos incendios.
Vino de la vida o de la muerte, qué más da.
Digo beberlo
como el profeta descreído
que quema la biblia para iluminar su horca.
como aquel infame que claudicó en sus sueños
para enterrarse en la naturaleza de tus ojos.
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