¿Tu voz?
El tiempo que se estira en mi garganta
que me asfixia lúdicamente
y me devuelve las gasas del silencio.
¿Tu piel?
El crepúsculo que acuchilla en el cielo
a un pájaro de fuego que olvidó cantarte.
Giro en tu nombre y por mis ojos crece
el trapecio violeta de la tarde,
la sentencia de tu seducción,
el enfermizo latido de tu sangre
que olvidaste recordame
al ritmo del alcohol
¿Tu sonrisa?
Una erótica arma de sabia puta
que ni la filosofía sería capaz de entender
y por suerte yo tampoco...
y por suerte yo tampoco...
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