Llamamos vida
a un desfile de dígitos cansados
zumban coléricas las moscas atrapadas en cárcel de cristal
el viento de la sangre remueve las cortinas
la luz por un instante parece herir la tapia filtrarse en el cemento
la oquedad se adivina y más allá palpitan en la noche los astros encendidos
combaten los caballos por la flor
las aguas por la piedra
la orquídea cobra vida y se venga de la luz de la Luna
el musgo brilla con fulgor de diamantes en la hierba
no hay rutas convenidas
ni cobardes semáforos
ni siniestros carteles de prohibido pasar
pero abundan los cruces de caminos
cuando menos lo esperas amanece
los hombres vagan a su antojo
las sendas se disuelven a su paso
quiero decir que a la sombra de los robles
te esperan los amigos que perdiste
y hay sábanas tendidas que guardan el olor
de encuentros que no fueron tus mujeres de ensueño
que solitario amaste a la distancia pero aquí el eco salva todos los precipicios
irrumpen de la nada las pasarelas del deseo
trenzan sus trayectorias en todas direcciones
el viajero termina por arrojar al fuego la brújula y los mapas
confiando sus pasos al instinto se interna en la espesura
aunque un día de pronto se detenga a contemplar las huellas de su viaje
despierte abra los ojos comience a comprender
nada importa cuán vasta la travesía se despliegue
la apariencia radiante de confines
la ilusión derrochada en la aventura
todas las pasarelas conducen al exilio
si se es fiel a un deseo
si se sigue su rastro hasta el final
nos aguarda el ladrillo hincado en tierra
la muchedumbre hostil de la costumbre
un olor a madera que envejece
un desfile de escenas repetidas
la cárcel de cristal
sin cerradura
pero nunca
abierta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario