el provocativo gris de los atardeceres
y el golpe de viento inesperado.
La mota de desorden
las ventanas llenas de pesares
los golpes de congoja
las apuestas carentes de premio
las vidas que se van como quien llega
los agujeros negros de cada noche
el difuso perfil
un mechón de pelo
gota de sudor
gesto indocumentado
el ojo que agoniza al descubrir el cielo
es que me preocupa la vida.
Simplemente,
ese cuenco de regocijos desmemoriados
inefables e indoloros
golpes de luz
desafíos
sueños que no dejan espacios
sin risas ni lluvias
ausente de banderas
donde todo desfila
en la sola dimensión del parpadeo
al compás de un silencio
feliz pero inerte.
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