Lo igual
lo semejante
lo diferente.
Y la ciudad se describe en una multitud de rostros agonizantes.
¿Y si ya fuésemos demasiados?
La angustia se apodera de los seres en un ademán de opresión
y ellos solamente consiguen demorar el instante.
Hay sol.
En los rincones hay labios que se encuentran
labios al alcance,
apurados,
ansiososos y desesperados.
En los rincones se cifran dádivas,
súplicas,
inflexiones del vicio,
destino del espanto y la indigencia.
¿Y si la urgencia fuera nombrar una caricia?
Si el amor no sabe de formas,
nos desconoce en las fronteras
se nos revela en las sombras.
Hay sol
y es preciso interrogar al tedio
saber de las escarchas y conocer palmo a palmo la intemperie
para ver lo que detrás,
debajo,
adentro,
todavía,
hace al origen.
Eso que de la oquedad es emanación
un destilar
un escuchar murmullos con la intensidad del viento
sobre la planicie.
Lo igual,
lo semejante,
lo diferente.
Tus ojos miel restituyen las indagaciones de la tarde
como los fresnos averiguan sus brotes
en las proximidades de las raíces
o a la sombra de sus copas
y nuevos sentidos surgen como ordenamientos genuinos de las cosas.
Hay sol
y de noche hay una multitud de seres
desacompasados y simultáneos
silenciosos y fugaces
pero fuertes,
lo suficientemente fuertes
para sentirlos con la contundencia de un aroma que persistió al recuerdo.
Lo igual no es lo semejante
lo semejante también nos diferencia
y lo diferente puede ser un salto para abordar el júbilo.
Lo demás son letras que escribimos para albergar fantasmas,
tigres que pasean con miradas tímidas
mientras lo sagrado anida en el cofre del luminoso silencio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario