Qué ironía el principio letal de la vida
y del lenguaje ciego.
Él encuentra puesto
en el sustantivo de tu perfil
acabado
ideal y primitivo,
análogo al árbol y al alcohol que destilas,
que pretende andar
entre el fuego y el aire
y que en la decantación
del verbo
olvida el carácter del desorden.
Mientras tanto tu anatomía quiere romper
la página
del lugar que te debo.
¿Quién no ve tus pies pisoteando
la memoria del sueño?
¿Y qué hay agujas más o menos clavadas
en algunos relojes
indesmontables
insensatos?
Por suerte,
mis sueños dejaron de ser infinitos.
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