Crees mirar lejos,
mientras la noche surge apremiante,
pero son tus manos que palpan lo oscuro.
Deambulan por un ancho vacío
y de pronto caen,
se cruzan,
nunca para rezar,
sino para sentirse menos solas,
o para volverse oscuras y vacías
como ese aire que las nutre.
El apetito se consume
los contusos huyen
y se convierten raudamente
en infinitos heridos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario