Esta hoja de marfil
y su bastón de arena
que sabe del vuelo legendario
de puentes y de remolinos,
de los altos adioses que cometen las plateadas golondrinas.
Por la ciudad que cruza el juego de sus lunas de fiesta,
saciada de esquinas y de puertas,
y el naipe del dolor persigue
y se despierta del sueño de sus torres.
El hombre que se hunde en el ojo de su espejo,
el hombre que se enfrenta con el cielo,
el hombre que nunca quiso despedirse,
navega en la palabra sus hábitos de cuento y de infinito.
El amor es una falacia,
tus besos un sin fín de condenas
y la pared que se levanta siempre para recordarnos
nuestra lucha diaria con el olvido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario