La marea trajo esta mañana
ese olor extranjero de los hoteles
la ropa revuelta de una mujer que decidió no amar
el papel calcado con los dientes de tu risa
el tajo que la luz abrió en nuestras caras
las ruinas de una ciudad fantástica
y neumáticos que encallaron en el muelle.
Diarios de distantes países con silencios idénticos a los nuestros
trajo astillas de algún barco
y una puerta de madera verde despintada por la sal y los nombres
trajo historias sin comienzos
sin fin...
la cabeza de una muñeca degollada por su descaro
botellas de diferentes colores
un mapa de nuestros mundos.
El mar, trajo al mar hasta mis pies
un álbum de fotografías
un árbol ya sin hojas
el olor a despedidas
la ira de fuegos ingenuos
y el de las lluvias que llueven para el amor o para el suicidio.
Nadie, excepto yo, amaneció en el mar esta mañana
nadie, execpet tú, me ahogará cuando vuelva a morir.
Bienvenida a mi adiós.
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