Encendió la noche
La ruta de los transeúntes que apagados entre el tráfico
se agitan como un reflejo multiplicado en el olfato.
La furia de una flecha detenida en su lengua.
Nadie,
sólo la sombra de sus pesadillas,
sólo la tristeza de todo lo que nombra.
Como un alto relieve del espanto
en la puerta de sus palmas.
La certidumbre de la muerte,
su esqueleto.
Acercándose como el disparo de un mal Dios
Acercándose como un escupitajo
sobre los muros de su propia calavera.
La soledad de las vitrinas.
El rencor de la historia
en la nefasta pasarela de sus pasos.
Tu calle en sus pupilas.
Tu miedo.
Nadie.
Sólo esta ciudad.
Sólo los cables conectados como venas
en las fauces de anónimos suicidas,
.
su aliento en las ventanas,
sus párpados consumidos por esta superficie.
De seres que no asimilan
la espada en la garganta
el colmillo en los labios.
La bala en el olvido.
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